Uno de los principios fundamentales del estoicismo es la distinción entre lo que podemos controlar y lo que no podemos controlar. Esta enseñanza, aparentemente simple, es en realidad una poderosa herramienta para lograr la paz interior y una vida equilibrada. Los estoicos, como Epicteto, Séneca y Marco Aurelio, creían que al enfocar nuestra energía en lo que está bajo nuestro control y aceptar con serenidad lo que no lo está, podemos liberarnos de la ansiedad y el sufrimiento innecesario.
¿Qué podemos controlar?
Según los estoicos, lo único que realmente está bajo nuestro control son nuestras propias acciones, pensamientos, y actitudes. Esto incluye cómo elegimos responder a las circunstancias, nuestras decisiones diarias, y la manera en que interpretamos los eventos de la vida. Al reconocer este control limitado, los estoicos nos invitan a asumir la responsabilidad plena de nuestra vida interior.
Por ejemplo, si alguien nos ofende, no podemos controlar lo que esa persona dijo o hizo, pero sí podemos controlar cómo respondemos. Podemos elegir no reaccionar con ira o resentimiento, y en su lugar, mantener la calma y actuar con sabiduría. Este enfoque nos permite mantener nuestra paz mental y no ser esclavos de las acciones de otros.
¿Qué no podemos controlar?
En contraste, los estoicos identificaron muchas cosas que están fuera de nuestro control: la opinión de los demás, el comportamiento de otras personas, los eventos naturales, el pasado y, en gran medida, el futuro. Preocuparnos o intentar cambiar estas cosas es inútil y solo genera estrés y frustración.
El estoicismo nos enseña a aceptar estas realidades con serenidad. Esta aceptación no significa resignarse pasivamente a todo lo que ocurre, sino comprender que hay fuerzas más allá de nuestro control y que la clave está en cómo elegimos enfrentarlas. Por ejemplo, si nos enfrentamos a una enfermedad, no podemos cambiar el hecho de estar enfermos, pero podemos controlar cómo manejamos la situación, cómo enfrentamos el tratamiento y cómo cuidamos nuestra actitud mental.
La dicotomía del control
Esta distinción entre lo que podemos y no podemos controlar se conoce como la «dicotomía del control». Epicteto, en su obra «El Manual», lo resume de manera clara: «Hay cosas que dependen de nosotros y cosas que no dependen de nosotros». Al centrarnos únicamente en lo que depende de nosotros, podemos reducir significativamente el estrés y la ansiedad.
La aceptación como fuente de libertad
Aceptar lo que no podemos controlar no es una señal de debilidad, sino de sabiduría. Al hacerlo, nos liberamos de la carga de intentar cambiar lo inmutable y nos enfocamos en lo que realmente importa: nuestras propias acciones y decisiones. Esta aceptación es una forma de libertad, ya que nos permite vivir sin ser arrastrados por las circunstancias externas.
Los estoicos también practican el concepto de «amor fati» o amor al destino, que significa amar y aceptar todo lo que sucede, viéndolo como una parte necesaria del gran orden del universo. Esta actitud promueve una vida más serena y una mayor capacidad para enfrentar los desafíos con resiliencia.
El estoicismo nos ofrece una poderosa herramienta para vivir con mayor tranquilidad y fortaleza: enfocar nuestra energía en lo que podemos controlar y aceptar con serenidad lo que no podemos cambiar. Al adoptar esta perspectiva, podemos liberar nuestra mente de preocupaciones inútiles y encontrar una paz duradera, independientemente de las circunstancias externas.
Al practicar esta filosofía en la vida diaria, podemos aprender a navegar por los desafíos con calma y claridad, y desarrollar una actitud de aceptación que nos permitirá enfrentar cualquier situación con dignidad y sabiduría.